Coloquio sobre Dante. Obra Original - Página 15

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Las cosas en sí no las conocemos, pero, en cambio, somos muy sensibles a su posición. Así, al leer los cantos de Dante recibimos los partes de guerra del campo de operaciones militares y por ellos adivinamos la lucha de los sonidos de la sinfonía de la guerra, aunque cada parte pueda alterar por sí mismo la posición de las banderitas estratégicas o mostrar algunos cambios en el timbre de los cañonazos.

De esta forma, una cosa surge como el todo resultante de un único im­pulso diferenciador que la traspasa. Ni un solo instante se parece a sí misma. Si un físico, tras desintegrar el núcleo de un átomo, quisiera unirlo de nuevo, se parecería entonces a los partidarios de la poesía descriptiva y explicativa, para quienes Dante será siempre el terror y la peste.

Si aprendiéramos a oír a Dante, oiríamos la maduración del clarinete y el trombón, oiríamos la conversión en violín de la viola y la dilatación de los pistones de la corneta.