En cierta manera, no estaba nada mal que los reyes de España, servidos por un genovés de origen judío, se asociara a la Patria de éste con el objeto de reunir los dos millones de maravedíes necesarios para adquirir la dotación de los tres navíos incluyendo su armamento.
La parte correspondiente a la ciudad de Génova había sido suscrita por banqueros italianos conversos establecidos en España. Otra parte fue adelantada por el banquero Luis de Santangel, también converso miembro de una familia judía y que ocupaba el cargo de secretario privado del rey de Aragón.
Este benefactor impuso a los soberanos un interés especialmente bajo del 1.5% dinero con el cual respaldaba la parte de la Corona con la condición de que, tanto él, como su familia, no fueran perseguidos por la Inquisición.
Lo anterior, nos indica que la romántica historia muy común entre las gentes, de que la reina Isabel tuvo que empeñar sus joyas para financiar el viaje, no parece estar bien fundamentada ya que, como se sabe,