Tratando de resolver el asunto de qué comían los humanos en épocas pasadas, qué sabor tenían sus alimentos y si nuestros gustos actuales podrían ser compatibles con ellos, el autor se encuentra con una gran cantidad de situaciones curiosas e inesperadas. Halla cómo desde los antiguos egipcios, griegos o romanos, entre muchos otros, la preparación de la buena comida es una constante a la cual se refieren y toman partido personajes como Platón y Aristóteles, o Petronio; que Alejandro Magno fue un glotón y que su muerte, entre otras cosas, se atribuye a que participó en un concurso de -quién comiera más en un banquete-, práctica que ya había matado de intoxicación alimenticia a varios de sus generales; que Leonardo fue por sobre todo cocinero y que incursionó en el negocio de las comidas de fonda, siendo su socio Sandro Botticelli, que los padres de la Iglesia prohibieron la risa y la música pagana en los banquetes, que San Carlos Borromeo desde el púlpito de San Marcos en Venecia, lanzó rayos y centellas contra el uso del tenedor por ser herramienta del demonio etc.
Pasa también por las comidas del Quijote y de la picaresca renacentista española del siglo de oro, las costumbres de los Austria y de los Borbones, las preparaciones precolombinas y muchas situaciones contemporáneas que van desde los platos de los Libros de Joice hasta las extrañas fobias alimenticias de Freud descritas por su hijo. En fin, es un caminar por situaciones curiosas relacionadas con la comida desde muchos lugares en el tiempo y el espacio.