La construcción del país del futuro ha de iniciarse creando en los niños una conciencia placentera de los valores propios, basada en la identificación práctica y real de sus anhelos y vivencias con el patrimonio cultural que los rodea. El folclor infantil contiene todos los ingredientes para darle al mundo de los niños la dimensión y la riqueza que exigen los contenidos de nuestra nacionalidad, como producto que somos de un largo y accidentado mestizaje.
Por este camino, y por muchos otros que debemos encontrar, los niños que hoy juegan en los patios de las escuelas o en los recovecos de las calles, mañana sentirán las cosas de la tierra como algo que pertenece a la naturaleza del ciudadano, con la misma altivez y sentido de independencia con que se repudia la esclavitud y con la misma alegría y vehemencia con que se canta y se lucha por la libertad... (de la Introducción)