Sangre patricia

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Manuel Díaz Rodríguez

Sangre patricia, otro retrato del desarraigo donde el ausente muere en el viaje de regreso, sin alcanzar las costas modernas.

Sangre patricia", que en cierta forma es una estupenda continuación de "Ídolos rotos", narra la desgracia de Julio Arcos, radicado en París en espera de su esposa, que muere en el viaje y es "sepultada" en el mar, al que finalmente también se arroja el viudo. Es un verdadero drama, pero sin sensiblerías ni exageraciones. En realidad, la verdadera novedad de la novelística de Díaz Rodríguez está en el lenguaje literario, en la maestría de la técnica narrativa, que hasta entonces había padecido de un cierto descuido adolescente en Venezuela. No fue, por cierto, bien tratado por la crítica venezolana, pero sí fue reconocido como excelente escritor fuera de su país, en especial por Miguel de Unamuno en España. "Sangra patricia", continuó con grandeza la línea seguida por la primera. De ella dijo Unamuno: "Interesante es la novela Sangre patricia por lo que en ella se narra y las ideas que anidan en sus páginas, pero no es menos interesante por la manera de narrar aquello y de exponer éstas. Corre por sus renglones todos un soplo poético, lírico... etcétera. No es poca cosa. De hecho, con "Sangre patricia", Díaz Rodríguez se consagró como el gran novelista de su tiempo, en "novelista por antonomasia del Modernismo hispanoamericano" (Miliani). Como ha ocurrido en varios casos, después de "Sangre patricia", el gran novelista parece haber sufrido un eclipse, que entre otras cosas le generó una crítica negativa notable, que opacaba la positiva. En cierta forma se dejó tentar por la política "gomista" (o gomecista, como diríamos ahora), alternó tiempos de funcionario público importante con períodos en los que prefirió aislarse en sus propiedades del este de Caracas.